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Fue en 1954 cuando alguien los llamó desde La Habana querida. Pro Arte Musical ofrece un contrato a papá Ruffino para cantar en la temporada de ópera que lleva a cabo esta famosa institución cultural habanera, cubriendo distintos papeles en las óperas "El Barbero de Sevilla" y "Madame Butterfly". Don Ignacio acepta la proposición y salen los cuatro: él, doña Mercedes y sus dos hijos rumbo a La Habana.

Al finalizar la temporada, en el cocktail que ofrecen a los artistas que habían tomado parte en las funciones, todos hacen gala de su arte. Y de manera espontánea e improvisada, Ignacio, Mercedes y sus dos hijos cantan juntos. ¡El impacto es tremendo! Allí mismo nace el Cuarteto Los Ruffino, que haría época en los anales de la música cubana e internacional. Unos meses después ya están en el "Cabaret Regalías", uno de los programas más cotizados de la televisión cubana de aquellos tiempos (década de los años cincuenta). De allí, al Teatro Blanquita, y claro está, el Cabaret Tropicana, meca de todos los grandes artistas del momento.

En Julio de 1956 tuvieron su última presentación luego de muchos éxitos en "El Casino de la Alegría", y viajaron a Europa contratados para una larga tournée, en Madrid y Roma.

Un año es mucho para quienes tenían tantas simpatías y amistades en La Habana, y vuelven para actuar de nuevo en el Cabaret Tropicana, a tiempo para el debut en Cuba de la extraordinaria Carmen Miranda, en una producción del famoso coreógrafo Rodney, que presenta dos suntuosas revistas: "Bahiondo", y "Flamingo Rapsody". Además de esto, actúan en programas de televisión, radio,grabaciones,etc.
En uno de esos programas se presenta, junto a Los Ruffino, esa extraordinaria cancionera cubana que es Olga Guillot. Luego vuelven a salir de gira, esta vez por América del Sur y Central, donde recibieron los aplausos del público.Final mente, llegan a México, donde residen por una muy larga temporada

Después de años de arduo trabajo , la salud de Papá Ruffino se resiente, y en 1970 la famuilia decide desintegrar el Cuarteto. Detrás queda una historia llena de éxitos, de superación, de recuerdos alegres y tristes, de amistades, públicos delirantes y viajes sin fin. Pero el descanso se impone,y llegan a Miami, donde fijan su residencia, en medio del cariño y el aplauso de los cubanos, que nunca los olvidaron ni aún en el exilio. En 1973 fallece don Ignacio, a consecuencia de la diabetes